miércoles, 14 de marzo de 2018
Prólogo
Hay dos tradiciones antiguas y famosas que se ocupan de adivinar el tiempo futuro inmediato, basadas en el conocimiento de la mecánica de los cambios, en este mundo dual y contradictorio: El I Ching, de moda en los últimos años pero antiquísimo y callejero en China, y el Tarot egipcio, muy transformado por los sabios judíos de Alejandría y los investigadores cristianos europeos de los siglos XVII y XVIII. En este libro se explican los Tarots egipcio, francés e italiano, las figuras más aceptadas, el significado de cada una de ellas, las palabras claves, las combinaciones, los cuadros y la clave para manipulear el Tarot.
Los hombres viven inquietos por los acontecimientos y temen la adversidad; para defenderse, recurren a la Astrología Judiciaria, al Tarot, al I Ching y a muchas otras prácticas adivinatorias supersticiosas: los dibujos del té en la taza, el vuelo de los pájaros, la quiromancia, los sueños, los hechiceros, los espejos mágicos, etcétera. No sólo Jefes de Estado, militares en vísperas de una gran batalla, especuladores de la Bolsa, jugadores profesionales, sino las personas comunes recurren a toda clase de prácticas adivinatorias para ganar en toda circunstancia. En el mundo materialista dual de par de opuestos, que felizmente está terminando, unos ganan a expensas de los que pierden. Los victoriosos en una batalla sonríen porque sus enemigos murieron. Un afortunado gana la lotería, y muchos desgraciados lloran porque perdieron.
Con el advenimiento del Gran Iniciado Solar Maitreya, y la ley de armonía entre los opuestos en la conciliación de Acuario, avanzando por el Camino de la Renuncia, los juegos adivinatorios del azar quedarán superados por la ofrenda. ¿Para que quieren conocer el futuro los Hijos de Renuncia -solía decir el Maestro Santiago-, si ya lo han dado todo a la Divina Madre? Para el hombre acuariano ganar o perder es lo mismo, porque ve las dos caras de la realidad al mismo tiempo, en anverso y reverso. Este hermoso libro del Maestro ha sido entregado para que los hombres conozcan espiritualmente la dinámica del devenir y la vivan plenamente.
José González Muñoz
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